Nuevos zumbidos me encuentran
en las voraces fauces que la noche trae.
Especulan con su victoria milenaria,
susurros perniciosos fraguados para retarme.
Ahora llegan ellos, motivados por mi descanso
transitorio - ¡sedientos!
Se acercan furtivos a devorarme mientras cuelgo,
perpetuando así su infausta inopia
al olvidar que, mística, Proioxis me asiste.
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