El patetismo es un mar que, insano,
al hombre nunca termina de ahogar.
Su hermana es la sórdida decadencia
que se deleita sonriente al observar
el resplandecer de su reino.
Y su contraposición, que la afirma, es el valor de los hombres
nacidos para prevalecer
en la indecorosidad de las sombras.
En el arte somos
Prometeos de la humanidad.
Lo seremos por siempre.