Sunday, 6 February 2011

Desangrada improvisación del progreso.

En mi puño guardo con amor
mi llavero de apiñadas certezas
que son libres como el agua,
permitiéndose dudar de sí mismas
en sus más hieráticas noches heréticas.

Luchan por vivir mis intempestivos
sentimientos pre-industriales
en este coliseo de identidades.
Se aferran todos ellos a dar un salto
por encima de los mecanismos
de un mundo que se traslada en rotación
hacia los abismos alambrados de su miseria.

El pescador deja su vida
a los pies de un muelle,
yo entre la mina y el papel;
ambos ansiamos el momento
en que el relámpago diurno
nos abra la puerta del sustento;
el momento a divisar
a ese vulgar cuatrero del ocio,
fundamentalista del Cronos
de la austera practicidad,
escupiendo su veneno a través
de nuestro embriagado anzuelo.

Sufro. Me emociono.
Amo la vida.
En su libre caída, la catarata
se abre paso a un nuevo camino.